martes, 27 de noviembre de 2007

Apología de un extraño

Estoy completamente saturado.

Lamento mi escasa actividad creativa pero, la verdad, últimamente no sé cómo expresarme ni qué decir, porque al fin y al cabo todo lo que diga será falto de interés para cualquiera de los que me conozcan, y más aún para los que no. Cierto es que los estudios y el maltrato, por parte del profesorado y del sistema educativo de las Bellas Artes, hacia lo que, casi sarcásticamente, afirman que es la creatividad, empaña mi inspiración y mi juicio... pero en realidad eso no es más que la punta del iceberg.

En realidad es culpa de mi estado de ánimo, totalmente inestable. Ya no estoy seguro de a qué me atengo en mis acciones hasta que las analizo con posterioridad, y entonces no hago más que descubrirme como un estúpido, sea lo que sea lo que haya hecho y por qué. Siempre hay otra razón, otro motivo, que tira de mí y me cambia la polaridad, y al final me paso la vida debatiendo conmigo mismo por cuestiones que debería tener claramente determinadas desde hace mucho tiempo.

La tentación. Estoy seguro de que tiene algo que ver. Ahora la llamo así, más tarde la llamaré anhelo de experiencia. Hace un año que abrí la puerta del caos y me dejé llevar por mi instinto, porque de repente me sentí viejo y engañado. Siempre he sido un neurótico detestable y, en el fondo, nervioso e impaciente, pero un sedante me apaciguaba hasta que, de pronto, se agotó. Desde entonces acepto y respeto mucho más mis propios impulsos, dado que hacen las veces de vehículo para nuevas experiencias, experiencias que ahora sé que antes estaba dejando pasar como un idiota. No siempre son buenas o agradables, desde luego, pero lo realmente importante es que son nuevas. Si no tienes nuevas experiencias, ¿qué interés tiene seguir adelante? Ahora comprendo el auténtico valor de la libertad, y ya no soporto sentirme atrapado.

Esta manera de vivir es, probablemente, poco saludable tanto psíquica como físicamente. Me carga con la cruz de sus consecuencias y me convierte en un egoísta, algo por lo que, tarde o temprano, siempre acabo atormentándome. Aún así, creo que es algo que enriquece mi vida y la convierte en algo más que un mero pasatiempo. Además, lo considero crucial para el trazado de mi propio camino interior, como humano y como artista. Y ya no me arrepiento. De nada.

Pese a todo, y en consecuencia, las decisiones son cada vez más difíciles de tomar y más lacerantes sea cual sea su resolución. En mis batallas interiores cada vez hay más de mí mismo en juego, y la sensación de locura al final resulta abrumadora. A menudo las ideas se me cruzan en la cabeza y chocan con semejante estrépito que me quedo atónito y me dejo llevar aún más de la cuenta, sin saber muy bien qué hacer, pero rebotando entre un sinfín de posibilidades como si me encontrara en el interior de un juego de pinball. Cuando me siento maduro, me doy cuenta de lo crío que puedo llegar a ser y, cuando me siento un crío, en realidad estoy demostrando una madurez que ni siquiera yo me puedo creer. Pero siempre con ese maldito jet lag.

Y para colmo el ciclo se vuelve a abrir y yo temo equivocarme de puerta. Me pregunto en qué lugar queda mi dignidad con todo esto...

lunes, 12 de noviembre de 2007

Skizoo - Renuncia al Sol

Skizoo - Renuncia al Sol (Skizoo)

Todo tiende a cautivar
Aunque estemos condenados
En la prisión del tiempo...
Un minuto y algo más
Configuran un pasado vestido de silencio...

Escucha
Se extingue una voz
Renuncia al sol...
Y a pesar de todo ahora empiezo a ver
Que éste cielo es más azul desde que no estás tú...

No me sorprende que haya tanta estupidez
Me reconforta, ser un idiota...
Te reconozco en mi propia desnudez
Me conmociona no ser persona...

¡No!

Como hojas de laurel
Somos hijos de un legado sin reconocimiento...
Todo ha vuelto a florecer
Esbozando el retrato de ese arrepentimiento...

Escucha
Se extingue una voz
Renuncia al sol...
Y a pesar de todo ahora empiezo a ver
Que éste cielo es más azul desde que no estás tú...

No me sorprende que haya tanta estupidez
Me reconforta, ser un idiota...
Te reconozco en mi propia desnudez
Me conmociona no ser persona...

Hoy tiraré mi ropa sucia al mar...
Mi desdicha junto a ti, al mar...
Los motivos, la miseria, al mar...
Todo lo que un día fui, al mar...

sábado, 3 de noviembre de 2007

Adivinanza

Nadie es mi nombre, y vivo en lo más profundo de la existencia. Soy tan violento como débil, emprendedor, pero no tan decidido como algunos creen. Amo la paz que completa el puzzle inacabado de mi ser, pero añoro la guerra que me ha visto crecer. Soy una sensual amalgama de deseos hirvientes y sueños por cumplir.

Encerrado en el tiempo, lucho por sobrevivir. La conciencia de los hombres me ahoga y me aplasta con su obesidad mórbida durante nuestra cópula infinita, y yo grito de placer mientras me debato entre la vida y la muerte. ¿Qué hay de nuevo en un universo cíclico? Tan sólo perlas olvidadas en un firmamento quebrado por la vejez. Nostálgico de una infancia que nunca existió, mi loco júbilo rasga el cielo y causa temor. Soy el primer hombre que cambió su vida por su salvación.

Eterna frustración, ando mutilado por las flechas de la risa y la traición. Disfrazado de pensamiento, ataco por la espalda a mi enemigo final con el asta de una bandera blanca que nunca tuve que aceptar. Mi rival llora y se encoge pero, aunque me abraza y me pide perdón, sé que jamás me devolverá lo que un día me arrebató. La barrera retorna y vuelta a empezar. Soy la primera mujer que oyó el llanto de su hijo al nacer.

El sentido de mi vida es la irónica batalla entre lo que debió ocurrir y lo que ocurrió, entre la verdad y el significado, entre lo que uno cree que sabe y lo que sabe que cree. Siempre estoy ahí para mediar entre mi amante mortal y las constelaciones de misterios allende los horizontes de la cordura, mas lo único que consigo a cambio es recibir las culpas del miedo a lo que no se debe nombrar. Soy la leyenda del amanecer y el mito crepuscular.

A menudo observo mis grilletes y me pregunto si no serán de papel, en realidad. Entonces levanto la mirada y me doy cuenta de que no es por ellos, sino por los demás, por lo que no puedo abrir mis alas y volar. Nadie quiere volar. Nadie quiere ser libre.

¿Y quién soy yo para criticar? Nadie.

Nadie...